lunes, 24 de septiembre de 2007

Las manos que amasan el pan

Me llega email de Fernando Sánchez, con quien comparto la pasión por la historia y de quien valoro los esfuerzos que, para velar por su digna comunicación, seguramente debe hacer a diario. Anda metido ahora en varios temas muy interesantes, en la Sociedad de Estudios Vascos, la Fundación de la Catedral Santa María de Vitoria, los Amigos del Camino de Santiago y el monasterio benedictino de Estíbaliz, y en estudios sobre la historia de Vitoria. Sólo con mencionarlos, estos lugares me evocan tan buenos recuerdos de sendos viajes a Vitoria-Gasteiz y la rioja alavesa, y a Navarra (de esto hace ya demasiado tiempo, tanto...) que de repente me han entrado unas ganas locas de volver.

Los emails de Fernando llegan normalmente cargados de razón y de rotundidad, y agradezco el tiempo que se toma en construir nuestro diálogo virtual. Hoy entre otras cosas me decía "Realmente me han sorprendido tu mensaje y tu blog. Me han parecido algo a la vez sencillo, ¿qué hay más cotidiano que el pan?, y profundo. (...) Siempre me ha parecido asombroso el trabajo de la levadura, tanto en su aspecto digamos físico, como en el simbólico. (...) Todavía recuerdo los aromas de aquella panadería artesanal, desde el de la masa, hasta el del pan recién salido del horno. Te parecerá una tontería, pero esos aromas me vienen todavía a la memoria cuando escucho una canción de Mercedes Sosa: "Las manos de mi madre parecen pájaros en el aire, historias de cocina entre sus alas heridas de hambre, las manos de mi madre saben que ocurre por las mañanas, cuando amasan la vida, horno de barro, pan de esperanza". Acaba diciendo, "arde la leña, harina y barro, lo cotidiano se vuelve mágico", que es la sensación que yo he tenido al leer tu blog."

Desconocía esta canción de La Negra, y no he conseguido encontrarla en la red, pero leo en ella algunas de las sensaciones que el pan me produce: al ver el resultado, alguna vez he expresado que el proceso me parece mágico, es algo cotidiano y aparentemente sencillo, pero cargado de sabiduría milenaria, de incertidumbre y de expectativas. Quizás dicha afirmación te arranque una sonrisa, pero es que a mí, por suerte, aún hay cosas sencillas que tienen la capacidad de sorprenderme, ... como el magnífico pan de Arguiñariz, elaborado con cereales ecológicos, que él me recomienda. Ay, otro motivo para volver al norte....

Su contundente email acaba con la mención a un artículo de Lydia Zapata, profesora de prehistoria de la Universidad del País Vasco, sobre los orígenes de la cultura cerealística en Euskal Herria. Lo que son las cosas: yo precisamente ando enfrascada estos días preparando un taller didáctico sobre la alimentación prehistórica para el yacimiento talayótico de Ses Païsses (Artà, Mallorca).

Como le contesté a Fernando, por mi formación no consigo disociar el hecho gastronómico del hecho cultural. Las manos que amasan el pan resumen un proceso que nos une, a los humanos, pero a la vez reflejan la diversidad cultural y la riqueza creativa que nos define... ¿Cuántos tipos de pan habrá en el mundo? Quizás tantos como deseos y sueños de vida y necesidad de supervivencia. Por suerte, de todo ello podré seguir divagando, a distancia, con Fernando. Y contigo, si te animas.

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